La gran mayoría de los africanos han sido tradicionalmente agricultores y pastores, ya que cultivaban cosechas y criaban ganado para subsistir. Hasta hace unas décadas, existían pocos mercados, y normalmente los intercambios comerciales tenían lugar entre familiares y amigos. La manufactura y la artesanía eran consideradas actividades secundarias. Algunos estados crearon sistemas de comercio a larga distancia; estos países desarrollaron complejos servicios de intercambio así como una industria especializada y redes de comunicación y elaboraron estructuras gubernamentales que mantuvieran el flujo comercial.
La colonización europea
aumentó la demanda exterior de ciertos productos agrícolas y minerales y la
migración interior de trabajadores, se construyeron sistemas de comunicación,
nuevos y seguros, se introdujeron cultivos y tecnología europea y se desarrolló
un moderno sistema de economía de intercambio.
La industria y artesanía local
-tejidos y fabricación de acero, por ejemplo- era socavada frecuentemente por
los productos europeos, mejores y más baratos.
El desarrollo de las industrias
de procesado, así como de los puertos y centros administrativos de industrias
de consumo creció rápidamente para satisfacer las nuevas necesidades. Una
característica de la economía africana es la coexistencia de la economía de
subsistencia con la economía de intercambio moderna. El crecimiento futuro
depende de la disponibilidad de fondos de inversión, la demanda mundial de
materias primas, la disponibilidad de fuentes de energía y la magnitud del comercio
local.
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